El debate es cada vez más explícito; la brecha entre la macro y la micro está a flor de piel; cuáles son las reformas que esperan y porqué tienen la mira en el empleo y la actividad; cuál es el país que corre por las venas de quienes hacen negocios en la Argentina desde hace muchos años; las expectativas sobre el dólar y el dilema de la competitividad
Fueron tres cafés negros y un cortado. La charla se extendió por 60 minutos y los eufemismos no formaron parte de la agenda. “Ya no hay tiempo para lo políticamente correcto. Las cosas se dicen tal cual son o no se dicen. Después de todo estamos grandes”, disparó por lo bajo uno de los convidados en el único off the record que tuvo la reunión. De ahí lo más rico del encuentro. La connotación de esta frase no implica negatividad sino pragmatismo, se encargó de advertir el hombre de negocios. Fue el miércoles por la tarde en La Rural.
Javier Bolzico, presidente de Adeba y el termómetro concreto de lo que le pasa a los bancos en la Argentina; Gustavo Weiss, titular de Camarco, la cámara que representa a las obras de infraestructura a nivel nacional; Issel Kiperszmid, vicepresidente de la CEDU -termómetro de los desarrollos inmobiliarios del mundo privado-; Martín Rapallini, presidente de la Unión Industrial Argentina -referente de las fábricas nacionales- y Mario Grinman, titular de la Cámara Argentina de Comercio, son junto a la Bolsa y a la Sociedad Rural Argentina la muestra más acabada de lo que piensan los sectores más representativos del país. Sus realidades se espejan en lo complejo que es la toma de decisiones en la economía argentina. Acorde al modo de época plantearon sus puntos de vista sin grises y pusieron en palabras los desafíos que atraviesan.
“No nos preocupa competir, pero se tienen que hacer urgentemente todos los cambios a nivel fiscal, laboral y de infraestructura, porque venimos hablando desde hace tiempo del costo argentino, que son todas las distorsiones que fuimos acumulando. Cuando uno está en una economía más cerrada, en la que se sostiene el crecimiento y la demanda a través del gasto público, la inflación hace que la corrección sea para adelante. Eso es cierto. Subió algo, lo pongo en el precio. Todos jugamos ese juego durante un tiempo porque no había otra”, se sinceró Rapallini.
Y agregó: “Eso era único en el mundo porque todos trabajan para bajar los costos de cada ítem, de cada cadena de valor. Nosotros ese proceso que en otros países llevó décadas, lo estamos haciendo en la Argentina. Y lo estamos haciendo con una inflación que fue muy superior a la del valor del dólar”, comentó el representante de la industria. El titular de la UIA coincide con el Gobierno en que el que tiene que definir si existe o no un sector es el mercado. “Pero nivelame la cancha, generá igualdad de condiciones y podremos demostrar lo competitivos que somos respecto del mundo”, agregó un tanto preocupado.
Esa situación se refleja en los ganadores y perdedores del sector de desarrollos inmobiliarios. “Hay un área de inmuebles terminados que están viviendo un momento muy bueno; las inmobiliarias en general, producto de la aparición del crédito, aunque incipiente, para el usado. Pero lo que hace al sector del desarrollo, que somos quienes creamos las nuevas viviendas, los nuevos desarrollos en general, no estamos pasando por un buen momento, por una razón muy sencilla: el incremento de los costos ha sido fenomenal, en dólares prácticamente se ha duplicado en un año y medio, y los precios han aumentado un 10 por ciento”, resume Kiperszmid, representante del sector de desarrollo. Y agrega: “El Gobierno ha puesto todo su esfuerzo en reducir fuertemente el desequilibrio fiscal y lo ha hecho con mucho éxito. La contraparte es generar las condiciones para que la economía del país se abra razonablemente. Sí tenemos que tener en cuenta que cuando se dan planes de estabilidad de shock, como llevó adelante el gobierno, siempre comienza a generarse desempleo; ocurrió en Chile y en otros países como Israel. En este momento debería ponerse el ojo en poder lograr amortiguar el efecto. En el caso de nuestro país, los sectores que van a generar divisas como energía y minería no son altamente demandantes de mano de obra y generan trabajo en lugares alejados de la ciudad. El riesgo es que en centros urbanos se empiece a generar desocupación y aquí estamos nosotros que podemos ser contracíclicos pero se necesita previsibilidad”, sumó.
La mayoría de los referentes de los sectores clave de la economía están convencidos de que habrá inversiones en sectores puntuales que ya están llegando pero después lo importante es dar un marco real para el largo plazo. “Es importante bajar la inflación, no emitir, tener equilibrio fiscal pero también lo es el apoyo de un Congreso que solo quiere hacer política barata. Hay que tener un cambio cultural para ser un país normal”, agregó Grinman.
Entre el estado criminal y el devenir de la política
“La infraestructura a cargo del Estado -en sus tres niveles- se encuentra muy deteriorada luego de décadas de baja inversión y omisión de mantenimiento. Su valor actual es alrededor del 45 % del valor de reposición. Es como que hemos consumido más de la mitad de su vida útil y eso también es competitividad por lo que se necesita avanzar tanto desde el sector público como desde el privado”, dice Weiss, en nombre de Camarco. Para el responsable de la cámara de la construcción “el tipo de cambio no matchea bien con la competitividad porque hacen falta reformas que no dependen solo del Gobierno, sino de que la sociedad lo acompañe y los distintos sectores políticos y el Congreso. Estamos ante un problema de un dólar que tiene un valor no directamente relacionado con los otros factores de competitividad argentina. Si rápidamente no se actúa va a haber muchos sectores complicados”.