Mundial de Clubes.

La de Lucas Martínez Quarta abajo del arco. La de Galoppo en la puerta del arco. Las de Mastantuono. Los tiros de afuera de Meza. Por supuesto las situaciones de Miguel Borja, incluido un mano a mano. Fueron demasiadas las chances claras que generó River para ganarle a Rayados de Monterrey para llevarse tres puntos que lo habrían clasificado a octavos de final del Mundial de Clubes, para llevarse también un premio total de u$s 9.500.000, para regalarles una alegría a los 35.000 hinchas que revolucionaron el Rose Bowl de Los Ángeles.

Demasiadas chances, demasiada poca puntería. No parece casualidad. La lesión de Sebastián Driussi desnudó la alarmante falta de variantes de ataque que tiene River. Sin un nueve más allá de un Borja que representa una ecuación que siempre da error, especialmente cuando más se lo necesita. Es muy difícil así. Más difícil, claro, cuando enfrente Esteban Andrada saca todo y vuelve a ser figura como ante Inter en este mismo estadio: acaso, si vale, una pequeña revancha personal del arquero que ya no defendía su arco cuando el Pity Martínez hizo el tercer gol del CARP para llevarse la gloria eterna en Madrid.

River quedó así al borde del abismo: era una final en la que ganaba y pasaba, pero también en la que no ganaba y quedaba en su propio horno. El empate lo obliga a llevarse algo sí o sí del partido más difícil de este Mundial, contra Inter el próximo miércoles. Un Inter que lo irá a buscar: River sabe que ganando o empatando por dos o más goles se va a clasificar, pero que si ocurre lo contrario o pierde depende de lo que pase entre los mexicanos y japoneses. Y por si fuera poco, irá a jugarse la vida ya no solo sin su goleador, que estará dos meses de baja, sino sin todo su mediocampo titular por las suspensiones de Enzo Pérez y Galoppo por acumulación de amarillas y la tarjeta roja del final a Kevin Castaño como frutilla de este postre que dejó un feo gusto de boca.

Desde el final de un primer tiempo en el que por muchos tramos le había costado hacer pie y encontrar circuitos de juego, River se llevó puesto a Rayados: llegó por todos lados, empezó a ganar las divididas, no cayó en la desesperación que proponía un juego cortado de pierna fuerte, y especialmente cortado por la rigidez irritante juez esloveno Slavko Vincic para cobrar ante el mínimo roce.

Hizo los méritos River, pero sin goles no hay paraíso. Y sin delanteros es muy difícil hacer goles, también: sin un nueve natural, con un irregular e impreciso Meza tirado de extremo a pierna cambiada, un Mastantuono que intentó siempre del otro y con Colidio por el centro, el ataque del CARP tuvo picante (otra vez Colidio hizo un trabajo descomunal, pero no tuvo situaciones de gol: elocuente para ser el 9, pero le faltó demasiado peso en el área.

Costará mucho ahora la cosa, pero allá en Seattle estará esta marea, los que ganan siempre: por lejos, la convocatoria más impactante de todo el Mundial de Clubes en la relación cantidad de gente / distancia. Se merecen una alegría. Para eso, no estaría nada mal hacer goles.