Su ansiado regreso se dio en un momento futbolístico poco propicio en el que todos esperan que sea el “salvador” futbolístico y anímico de un plantel tocado.
LEANDRO PAREDES concretó su retorno a Boca tras una larga espera por parte de los hinchas, la dirigencia y la suya propia, que en el cierre mercado de pases anterior puso una cláusula exclusiva para que el Xeneize pudiera repatriarlo en el siguiente período de transferencias.
Su decisión de retornar de Europa en plena vigencia, con mucho más para dar a sus 31 años recién cumplidos y convertido en un referente indiscutido de la Selección Argentina campeona del mundo y bicampeona de América, fue reconocida de manera unánime como un gesto de amor por los colores, más allá de los números fríos de la ingeniería económica que hubo que armar para lograr el cometido.

La vuelta de Paredes a Boca, en plenitud: un acto de amor.
El desembarco fue triunfal y apoteósico: una Bombonera repleta le ofrendó su calor y él respondió con cariño recíproco: “Me muevo por amor y por eso estoy acá”, manifestó micrófono en mano y con visible emoción.
Pero seguramente no esperaba que la situación futbolística, que ya era mala cuando se produjo su arribo, empeorara de forma vertiginosa y ya con él en cancha como estandarte. Está claro que cada vez que la pelota pasa por sus pies algo atrayente nace de ellos. Desde la postura y el pase, lo suyo es un diferencial que lo hace trascender del plano terrenal de sus compañeros.
Contra Unión, en su debut, jugó media hora y ejecutó el córner que terminó con el tanto del empate que marcó Luciano Di Lollo de cabeza. Su aporte fue tal que Miguel Ángel Russo no dudó en colocarlo como titular contra Atlético Tucumán en Santiago del Estero por la Copa Argentina.
Pero más allá de su aporte individual el naufragio colectivo fue tal que la derrota contra el Decano y la posterior caída con Huracán en Parque Patricios encendieron una hoguera que hasta el día de hoy genera llamas en el seno Xeneize.
Las chispas generaron focos de incendio importantes y la eyección de Marcos Rojo, Marcelo Saracchi y Cristian Lema del plantel, más los coletazos por el confuso episodio del cambio en el entretiempo de Miguel Merentiel, su entredicho con el DT y los rumores sobre la disolución del Consejo de Fútbol.
En medio de ese panorama inesperado hace apenas unas semanas, cuando su felicidad era mayúscula por finalmente hacer realidad el anhelo de instalarse nuevamente en Boca, Paredes utilizó las redes sociales para dejar un mensaje conciliador en su rol de líder que todos esperan que ocupe y que incluye la portación de la cinta de capitán.
“Elijo creer hoy y siempre”, manifestó en busca de poner paños fríos al complejo panorama con el que no esperaba tener que lidiar en su nueva etapa con la Azul y Oro.
Leandro viene del confort europeo y rápidamente se enterró en el lodo del que no sólo debe salir él sino también convertirse en el jefe del operativo de salvataje. Es cierto que en Roma era una figura importante, pero también le tocó ocupar en muchos lapsos el banco de suplentes. Recién con el advenimiento en la Loba de Claudio Ranieri se afianzó como titular, aunque jamás se le adjudicó el papel de ser la pieza de mayor relevancia para resolver los entuertos futbolísticos.

Paredes, importante en Roma, pero no sindicado como el “salvador”.
En Boca se le reclama ese protagonismo que a decir verdad y más allá de su impecable carrera, nunca debió ejercer con las camisetas que le tocó lucir.En la Selección es muy valorado por Lionel Scaloni e incluso fue titular en el último encuentro oficial, el 1-1 con Colombia por las Eliminatorias, pero no es indiscutidamente uno de los once ideales que salen al campo a defender desde el vamos la insignia Albiceleste.
Su clase, jerarquía y calidad le sobran para hacer pata ancha en el ámbito vernáculo. ¿Pero hasta qué punto puede exigírsele que sea el redentor de un cuadro que por ahora anda a la deriva? Ni Lionel Messi en Inter Miami o Cristiano Ronaldo en Al Nassr logran llevar de la mano al éxito a sus compañeros, más allá de sus brillantes desempeños semana tras semana.
“¿En qué lío me metí?”. La pregunta podría colarse de repente en la cabeza de Leandro Paredes, pero el volante está enfocado en dar lo mejor de sí para suscitar el vuelco que con urgencia necesita su Boca. Eso sí: nadie puede exigirle que sea el único.

Paredes no puede ser el salvador exclusivo de un equipo a la deriva.
Fuente: El Grafico